El liderazgo femenino es un desafío hoy en día, no sólo por la responsabilidad social de alcanzar una equidad de género en los cargos gerenciales de las empresas y sus directorios, sino que al igual que el efecto de la diversidad, una alta participación femenina en cargos directivos, ha demostrado contribuir positivamente en el desempeño económico de las empresas.
Una publicación de la empresa consultora McKinsey1 (Marzo 2018) estudia la evolución de la participación femenina en los cargos gerenciales en las 50 empresas abiertas a bolsa más importantes de los países G-20, en un lapso de diez años. Aunque ha habido un lento progreso, las cifras siguen demostrando tan sólo 12% de presencia femenina en los cargos más altos y 17% en Directorios, con importantes diferencias entre países. Estados Unidos, por ejemplo, contempla cerca de 22% en ambos indicadores.
En esta misma publicación, se exponen los resultados de un subestudio que deduce que las compañías en el cuartil más alto de diversidad de género en los cargos ejecutivos, obtuvieron mejores resultados en cuanto a rentabilidad (margen promedio EBIT) y creación de valor (margen promedio ganancias económicas). Este análisis se obtuvo en un período de cinco años y con una muestra de 991 empresas. Aunque la correlación no prueba la causalidad, han surgido otras investigaciones y estudios que han tendido a fortalecer esta relación. En la misma línea del argumento entre la diversidad y la innovación en las empresas, la diversidad de género también aporta elementos complementarios a las diferentes perspectivas frente a un problema. En esta publicación, se refieren a este concepto como ‘inteligencia colectiva’.
Por otro lado, pero en la misma línea de discusión, existen múltiples estudios que sugieren que las mujeres exhiben ciertas características de liderazgo (con mayor frecuencia que los hombres) que son relevantes para enfrentar los desafíos globales que se avecinan. McKinsey en una reciente publicación trimestral2(Diciembre 2019), postula que los comportamientos más tradicionales de control, toma de decisión individual y acción correctiva, son los menos críticos para lograr los objetivos del futuro. En cambio el estímulo intelectual y la comunicación eficiente (ambos aplicados igualmente por hombres y mujeres) y cinco otras características que son aplicadas más frecuentemente por mujeres, son mucho más relevante. Estas cinco incluyen la inspiración, la toma de decisiones participativa, fijar expectativas y recompensas, el desarrollo de las personas y el ‘role modeling’. De tal forma, estos comportamientos de liderazgo (más presentes entre las mujeres que hombres) fortalecen la salud y desempeño organizacional, sosteniendo que el logro de la equidad de género en los cargos gerenciales tiene un firme fundamento.
Según el estudio de McKinsey “Women Matter: Time to accelerate” (Oct, 2017)(3) el desafío de lograr una mayor participación femenina en los cargos gerenciales de una compañía, requiere una transformación cultural mediante la creación de un ecosistema que apoye a la mujer en el entorno en la empresa. Esto sólo resulta con el compromiso del Gerente General, la creación y gestión de indicadores claves, programas de liderazgo femenino y políticas que permitan generar un efecto neutro (en cuanto a género) en el proceso de selección y promoción de talento en las organizaciones.
Las cifras de Chile
En mayo 2020, el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, junto con el Ministerio de Hacienda en colaboración con la Fundación ChileMujeres, publicaron el primer “Reporte de Indicadores de Género de la Empresas en Chile”4, que refleja la situación laboral de las mujeres en las empresas chilenas. Construido sobre la información de 450 empresas que reportaron a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) el año 2018 y un universo de casi 900 mil trabajadores, el informe revela que tan sólo el 20% de las gerencias de primera línea son ocupados por mujeres. Este número disminuye a una participación de tan sólo 10,6% en los puestos de Directorios.
Si reducimos la muestra a las 100 empresas con mayores ingresos en Chile, incluyendo a las que reportan a la CMF y aquellas dentro del grupo de las 100 mayores que voluntariamente reportaron esta cifra en sus memorias, nos encontramos con una mayor inequidad aun. Según el estudio IMPULSA(5) del año 2018 (3era versión), realizado por Fundación ChileMujeres, PwC Chile y LT Pulso, el porcentaje de mujeres que son gerentes de primera línea, alcanza sólo 13% e incluso 23 de las 100 empresas del estudio, no cuenta con mujeres en los cargos gerenciales de primera línea. El estudio IMPULSA(6) en su 5ta versión (2020) estudia la diversidad de género en los Directorios de las 100 empresas más grandes por ventas del país que informan a la CMF. Del total de 728 directores, tan sólo un 10% son mujeres, coincidente con el estudio que abarca 450 empresas mencionado arriba.
Mirando la inequidad femenina desde una perspectiva más general, el indicador de participación y oportunidades económicas que revela el estudio Global Gender Gap Index 2020 del World Economic Forum(7), ubica a Chile en el lugar # 111 de 153 países estudiados. Este índice que permite generar conciencia global acerca de los desafíos detrás de las brechas de género, nos coloca el reto de trabajar sobre la igualdad de oportunidades laborales entre hombres y mujeres en nuestro país. Es un desafío – que como empresa consultora de talento – nos inquieta y compromete. De esta manera, nuestros procesos de búsquedas ponen acento en promover al talento femenino, de manera transparente y competitiva, para contribuir a un desarrollo más moderno y favorable de las organizaciones en Chile.