Los inquietantes índices de salud mental que fueron visibilizados - y exacerbados durante la pandemia C19 - han presentado a las empresas un claro reto estratégico: mejorar el bienestar de sus colaboradores en el lugar de trabajo.
Este desafío, de carácter primordial y urgente para las empresas, no sólo conforma una sana política empresarial, sino que representa un derecho fundamental de los trabajadores, reflexión que fue evidenciada también tras el malestar social expresado en el estallido social de hace tres años.
La ecuación de trabajadores sanos, seguros y felices tiene también una recompensa de productividad para las empresas en términos de mayor compromiso y menor rotación de sus empleados. Un win-win, que, como muchas estrategias con beneficios tangibles y emocionales para ambas partes, requiere colaboración y compromiso, que no siempre se logra de manera efectiva.
Si bien desde hace varias décadas la tendencia mundial transita en esa dirección, todavía falta mucho por avanzar. Según el Instituto de Salud McKinsey, desde la pandemia las organizaciones han invertido sin precedentes en la salud mental y bienestar de sus empleados. A nivel mundial, se estima que nueve de cada diez empresas ofrecen algún tipo de programa de bienestar, como yoga, suscripciones a apps de meditación o capacitaciones sobre cómo gestionar el tiempo y productividad (…) “pero por loables que sean esos esfuerzos, hemos descubierto que muchos empleadores se enfocan en intervenciones a nivel individual que buscan sanar algunos síntomas, más que en sanar las causas”, según el artículo “Addressing employee burnout: Are you solving the right problem?” de McKinsey.
En esta línea, este artículo plantea la necesidad de mejorar los factores del lugar de trabajo, como impulsar la inclusión y el trabajo sostenible, y por otro lado, eliminar los comportamientos tóxicos, que hacen que los empleados se sientan desvalorizados, menospreciados o inseguros. Entre tales conductas, se mencionan el trato injusto o degradante, el comportamiento no inclusivo, el sabotaje, la competencia despiadada, la gestión abusiva y el comportamiento poco ético de los líderes o compañeros de trabajo. Esta propuesta correctiva sugiere tener múltiples efectos positivos en la salud mental y el bienestar de los empleados, más que proporcionar acceso a recursos y programas de bienestar por sí solo.
¿Cómo lograr un entorno laboral saludable?
La definición de salud según la OMS proviene de una cita referida de la Conferencia Sanitaria Internacional que tomó lugar en Nueva York el año 1946 y plantea que «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Esta definición – sin modificación desde 1948 –nos invita a reflexionar acerca de dónde se deben concentrar los esfuerzos para lograr un entorno laboral saludable.
Según la OMS, los siguientes cuatro campos de acción son los de mayor influencia para este objetivo:
- El entorno físico: la estructura, aire, maquinaria, mobiliario, productos, químicos, materiales y procesos de producción en el trabajo ¿contribuyen al bienestar de físico de los colaboradores?
- El contexto psicosocial: desde la organización del trabajo (horarios, roles, comunicación, etc.) hasta la cultura institucional (actitudes, valores, credos y prácticas) que se exhibe diariamente en la empresa ¿afectan el bienestar mental y físico de los empleados?
- Los recursos personales de salud: un entorno propicio, acceso a los servicios de salud, la información, los recursos, las oportunidades y la flexibilidad que brinda una empresa a los trabajadores, ¿favorecen el bienestar de sus trabajadores?
- La participación en la comunidad de la empresa: las actividades que realiza la compañía y que aportan a su comunidad ¿influyen en la salud física y mental de sus colaboradores? ¿afecta la seguridad y el bienestar de éstos y sus familias?
Por otro lado, el Instituto de Salud McKinsey recomienda a los empleadores a examinar su verdadero compromiso con la salud mental y el bienestar de sus colaboradores. ¿Es una prioridad estratégica entre los directores y primera plana, como lo es el crecimiento de la compañía o la innovación? Asimismo, invita a reflexionar acerca del compromiso que las empresas tienen con las siguientes realidades que afectan el bienestar de sus colaboradores:
- Abordaje efectivo de los comportamientos tóxicos y los estigmas.
- Creación de entornos de trabajo inclusivos.
- Promoción del trabajo sostenible.
- Responsabilización a los líderes.
- Los recursos alcanzan a satisfacer las necesidades de los empleados
Aunque los desafíos son múltiples y exigentes, como empresa consultora de talento, consideramos que para las organizaciones son una oportunidad de aportar de manera significativa en la calidad de vida de sus colaboradores y las familias de éstas. El camino hacia un entorno laboral saludable significa marcar la diferencia en el bienestar de los trabajadores del país y aportar activamente a la transformación de una sociedad más equitativa y cohesionada. A su vez, con una perspectiva de mejorar los estándares de nuestra economía y productividad, este camino tendría un beneficio sustancial para las empresas. Como se refiere la directora del Departamento de Salud Pública y Ambiente de la OMS, Dra. María Neira: “la riqueza de las empresas depende de la salud de sus trabajadores.”